Mi amigo Justo Vasco tratando de encontrar una lógica en toda esta conversación de las grandes ciudades en trampas del mal, dijo, citando creo al autor ruso Leónidas Andreiev: «Lo peor del horror es que no hay horror». La barbarie que nos circunda se disuelve en lo cotidiano. Eduardo Monteverde desciende a los infiernos para narrarlos. Y su narración los hace terriblemente próximos. Entrando en una y otra de estas pequeñas historias, cuyo único hilo conductor es un país, México, y una manera de relacionarse con él, la criminal, uno no puede dejar de sorprenderse. ¿Todo esto está pasando a nuestro lado? ¿Todo esto está sucediendo así? Conforme uno va leyendo, la sensación de que uno se encuentra ante uno de esos diez libros para entender a México, crece. Monteverde logra que esta incursión en las zonas oscuras de nuestra sociedad, lo que él llama «periodismo negro» sea eficaz, porque combina una investigación de primera mano (todas las historias fueron reporteadas en las calles, en el territorio; todas fueron publicadas en su momento en diversos medios, entre ellos, «El Financiero» y «La Prensa») con una extraña, singular, muy singular pericia narrativa y capacidad para hacer reflexiones en el más sorprendente de los contrapuntos. Paco Ignacio Taibo «La pequeña tarahumara entró de súbito a la era tecnológica para no salir jamás. No había visto ni siquiera la luz eléctrica en su comunidad serrana. Ahora estaba enchufada a una computadora que apenas registraba los signos vitales. A su año y medio de edad nunca oyó un sonido electrónico hasta ahora que se adormecía con el monótono «bip bip» de los latidos de su corazón en el monitor, incubada en el Hospital Infantil de Chihuahua». «Multihomicida a los 19 años, forjador y fundador de la banda “Los tiernos”, su semblanza termina en el Servicio Médico Forense. A las tres de la tarde fue hallado sin vida. Su cuerpo desencajado colgaba de la regadera en un baño del Reclusorio Oriente. Al cuarto para las diez de la noche el cadáver era material de autopsia».
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Mi amigo Justo Vasco tratando de encontrar una lógica en toda esta conversación de las grandes ciudades en trampas del mal, dijo, citando creo al autor ruso Leónidas Andreiev: «Lo peor del horror es que no hay horror». La barbarie que nos circunda se disuelve en lo cotidiano. Eduardo Monteverde desciende a los infiernos para narrarlos. Y su narración los hace terriblemente próximos. Entrando en una y otra de estas pequeñas historias, cuyo único hilo conductor es un país, México, y una manera de relacionarse con él, la criminal, uno no puede dejar de sorprenderse. ¿Todo esto está pasando a nuestro lado? ¿Todo esto está sucediendo así? Conforme uno va leyendo, la sensación de que uno se encuentra ante uno de esos diez libros para entender a México, crece. Monteverde logra que esta incursión en las zonas oscuras de nuestra sociedad, lo que él llama «periodismo negro» sea eficaz, porque combina una investigación de primera mano (todas las historias fueron reporteadas en las calles, en el territorio; todas fueron publicadas en su momento en diversos medios, entre ellos, «El Financiero» y «La Prensa») con una extraña, singular, muy singular pericia narrativa y capacidad para hacer reflexiones en el más sorprendente de los contrapuntos. Paco Ignacio Taibo «La pequeña tarahumara entró de súbito a la era tecnológica para no salir jamás. No había visto ni siquiera la luz eléctrica en su comunidad serrana. Ahora estaba enchufada a una computadora que apenas registraba los signos vitales. A su año y medio de edad nunca oyó un sonido electrónico hasta ahora que se adormecía con el monótono «bip bip» de los latidos de su corazón en el monitor, incubada en el Hospital Infantil de Chihuahua». «Multihomicida a los 19 años, forjador y fundador de la banda “Los tiernos”, su semblanza termina en el Servicio Médico Forense. A las tres de la tarde fue hallado sin vida. Su cuerpo desencajado colgaba de la regadera en un baño del Reclusorio Oriente. Al cuarto para las diez de la noche el cadáver era material de autopsia».