ESTABAN a cuatro pasos de distancia, a ninguno de los dos le falló el corazón o el pulso y ambos dieron donde se proponían. Ni uno solo de los balazos dejó de encontrar carne en que hundirse profundamente. La pelea concluyó con la misma rapidez que se había iniciado. Medio minuto después de incorporarse los contendientes, dejando las cartas sobre la mesa para empuñar los revólveres, Vera Miller y Herbert Stasen aparecían en el suelo en medio del charco formado por su propia sangre.
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ESTABAN a cuatro pasos de distancia, a ninguno de los dos le falló el corazón o el pulso y ambos dieron donde se proponían. Ni uno solo de los balazos dejó de encontrar carne en que hundirse profundamente. La pelea concluyó con la misma rapidez que se había iniciado. Medio minuto después de incorporarse los contendientes, dejando las cartas sobre la mesa para empuñar los revólveres, Vera Miller y Herbert Stasen aparecían en el suelo en medio del charco formado por su propia sangre.