ELLA NO SE RENDIRÍA… La institutriz Serena Barton había sido despedida de su puesto tres meses atrás. Como no podía encontrar otro empleo, optó por exigir compensación al hombre culpable de su despido, un duque mezquino, egoísta y canalla. Pero no era al duque al que temía, sino a su mano derecha, el hombre conocido como el Lobo de Clermont. El temible expugilista se había labrado muy mala fama solventando los asuntos sucios del duque y, aunque Serena sabía que no podría nada contra él, tenía que intentarlo, pues estaba en juego todo su futuro. ÉL NO PODÍA CEDER… Hugo Marshall era ambicioso y despiadado, características ambas que le habían servido para subir de hijo de un minero del carbón a mano derecha de un duque. El día que su jefe le ordenó que se librara de la molesta institutriz por las buenas o por las malas, para él era solo un día más de trabajo. Desafortunadamente, no consiguió convencer a Serena por las buenas y, a medida que la fue conociendo, descubrió que no era capaz de hacerlo por las malas. Pero solo podría satisfacer sus ambiciones si ella se iba. Tenía que elegir entre la vida que buscaba y la mujer a la que había empezado a amar.
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ELLA NO SE RENDIRÍA… La institutriz Serena Barton había sido despedida de su puesto tres meses atrás. Como no podía encontrar otro empleo, optó por exigir compensación al hombre culpable de su despido, un duque mezquino, egoísta y canalla. Pero no era al duque al que temía, sino a su mano derecha, el hombre conocido como el Lobo de Clermont. El temible expugilista se había labrado muy mala fama solventando los asuntos sucios del duque y, aunque Serena sabía que no podría nada contra él, tenía que intentarlo, pues estaba en juego todo su futuro. ÉL NO PODÍA CEDER… Hugo Marshall era ambicioso y despiadado, características ambas que le habían servido para subir de hijo de un minero del carbón a mano derecha de un duque. El día que su jefe le ordenó que se librara de la molesta institutriz por las buenas o por las malas, para él era solo un día más de trabajo. Desafortunadamente, no consiguió convencer a Serena por las buenas y, a medida que la fue conociendo, descubrió que no era capaz de hacerlo por las malas. Pero solo podría satisfacer sus ambiciones si ella se iba. Tenía que elegir entre la vida que buscaba y la mujer a la que había empezado a amar.