—Tan consentida es y tanto la habéis mimado que a ver quién es el guapo que endereza el árbol torcido.
Tití rio oyendo la tímida respuesta de tío Paco. ¡Divino tío Paco!
—Pues es bien esbelta, prima Rogelia.
—¿Quién habla aquí de físico, Paco? Hablo de la moral de la niña.
La niña en cuestión decidió alejarse de aquel lugar y darse un paseo en el auto deportivo que tenía aparcado a dos pasos.
Porque ella de niña, ¡nada! Tenía veinte años. Llevaba junto a sus tíos justamente quince años.
—La moral —aún le oyó tartamudear a tío César—. ¿Qué tienes tú que decir de la moral de la niña, prima Rogelia?
Ya no oyó más.
Se alejaba a paso largo, subió al deportivo color cereza y se largó tranquilamente.
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—Tan consentida es y tanto la habéis mimado que a ver quién es el guapo que endereza el árbol torcido. Tití rio oyendo la tímida respuesta de tío Paco. ¡Divino tío Paco! —Pues es bien esbelta, prima Rogelia. —¿Quién habla aquí de físico, Paco? Hablo de la moral de la niña. La niña en cuestión decidió alejarse de aquel lugar y darse un paseo en el auto deportivo que tenía aparcado a dos pasos. Porque ella de niña, ¡nada! Tenía veinte años. Llevaba junto a sus tíos justamente quince años. —La moral —aún le oyó tartamudear a tío César—. ¿Qué tienes tú que decir de la moral de la niña, prima Rogelia? Ya no oyó más. Se alejaba a paso largo, subió al deportivo color cereza y se largó tranquilamente.