—Es decir, tú puedes verte con una chica y yo con un chico, ¿es eso lo que pretendes?
Alfredo frunció el ceño.
Que se viera él con una chica le parecía normal, pero no que Nat se viera con un chico.
No obstante se calló para decir al rato malhumorado:
—Haz lo que gustes.
Y frenó el auto.
Nat aún le miró desesperadamente.
—¿Dices en serio eso de vernos dos días a la semana?
—Sí.
—De acuerdo.
Y descendió.
Alfredo la siguió con los ojos. Los tenía enturbiados, estaba furioso. Con ella, consigo mismo, con todo dios.
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—Es decir, tú puedes verte con una chica y yo con un chico, ¿es eso lo que pretendes? Alfredo frunció el ceño. Que se viera él con una chica le parecía normal, pero no que Nat se viera con un chico. No obstante se calló para decir al rato malhumorado: —Haz lo que gustes. Y frenó el auto. Nat aún le miró desesperadamente. —¿Dices en serio eso de vernos dos días a la semana? —Sí. —De acuerdo. Y descendió. Alfredo la siguió con los ojos. Los tenía enturbiados, estaba furioso. Con ella, consigo mismo, con todo dios.