Unos días antes de casarme y cuando el vestido de novia estaba ya colgado en un perchero, Ernestina me tomó por su cuenta.
—Veamos, Nat —me dijo gravemente—, veamos qué concepto tienes tú del matrimonio.
—Formar una familia, quererse dentro de los más absolutos cánones religiosos y tener hijos para el bien común del futuro.
—De acuerdo. Pero recuerda siempre que el matrimonio es el medio de procrear, pero nunca el medio para la sexualidad y el placer físico.
Le hice caso.
Comprendí que tenía razón.
Ernestina aún añadió:
—He hablado con José sobre el particular y está de acuerdo conmigo.
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Unos días antes de casarme y cuando el vestido de novia estaba ya colgado en un perchero, Ernestina me tomó por su cuenta. —Veamos, Nat —me dijo gravemente—, veamos qué concepto tienes tú del matrimonio. —Formar una familia, quererse dentro de los más absolutos cánones religiosos y tener hijos para el bien común del futuro. —De acuerdo. Pero recuerda siempre que el matrimonio es el medio de procrear, pero nunca el medio para la sexualidad y el placer físico. Le hice caso. Comprendí que tenía razón. Ernestina aún añadió: —He hablado con José sobre el particular y está de acuerdo conmigo.