Para superar aquella desgracia necesitó meses y meses, comprensión de sus amigas, aliento de sus profesoras y, más que nada, la ternura de la directora a quien conocía y amaba desde que la internaron a la edad de seis años.
Desde entonces supo poco de la vida, es decir, de lo que sería de ella en el futuro.
La directora le contó que había quedado bajo la tutela del hijo de míster Keer y que como administrador de la parte de sus bienes en la sociedad, se ocuparía de ella hasta su mayoría de edad en que podía disolver la sociedad y pedir su parte, o quedar ligada de por vida económicamente al socio, o, mejor dicho, al hijo del socio de su padre.
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Para superar aquella desgracia necesitó meses y meses, comprensión de sus amigas, aliento de sus profesoras y, más que nada, la ternura de la directora a quien conocía y amaba desde que la internaron a la edad de seis años. Desde entonces supo poco de la vida, es decir, de lo que sería de ella en el futuro. La directora le contó que había quedado bajo la tutela del hijo de míster Keer y que como administrador de la parte de sus bienes en la sociedad, se ocuparía de ella hasta su mayoría de edad en que podía disolver la sociedad y pedir su parte, o quedar ligada de por vida económicamente al socio, o, mejor dicho, al hijo del socio de su padre.