Oyó el motor de un auto.
Se tensó.
Lars que volvía… ¿Qué iba a ocurrir? Porque ella, un día u otro, tendría que decírselo. Le diría: «Lars, se acabó. Bien está que trabajes y tengas ambiciones, pero… has echado a pique nuestro amor, nuestra comprensión, nuestra ternura… y eso sí que no te lo perdono».
Sí, todos los días pensaba decirlo así, pero nunca lo hacía. Aquella noche… tendría que hacerlo. Se imponía la obligación de tomar medidas.
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Oyó el motor de un auto. Se tensó. Lars que volvía… ¿Qué iba a ocurrir? Porque ella, un día u otro, tendría que decírselo. Le diría: «Lars, se acabó. Bien está que trabajes y tengas ambiciones, pero… has echado a pique nuestro amor, nuestra comprensión, nuestra ternura… y eso sí que no te lo perdono». Sí, todos los días pensaba decirlo así, pero nunca lo hacía. Aquella noche… tendría que hacerlo. Se imponía la obligación de tomar medidas.