La Hora Veinticinco es la hora que sigue el momento final, cuando ya todo se ha terminado y ni siquiera cabe redención, la hora del triunfo de falsos profetas que prometen la felicidad de las generaciones futuras a cambio de la sumisión inhumana de las presentes. Frente a estos profetas, C. V. Gheorghiu alza su voz en este libro, una de las novelas definitorias del espíritu de nuestro siglo, una obra que quedará para siempre como retrato y testimonio de una época.
La hora veinticinco fue acogida en su día por la crítica con un entusiasmo refrendado por el éxito multitudinario de lectores en 20 países. Por una vez, una obra de impecable mensaje, de inusitado vigor testimonial, se convierte en un “bestseller” sin que para ello el autor tuviera que enmascarar su alucinante contenido. Bajo la apariencia de un canto desesperanzado a un paraíso perdido, <cite>La hora veinticinco</cite> es la defensa apasionada de la libertad, de la dignidad del hombre, frente a la opresión que se apoya en técnicas deshumanizadoras.
En <cite>La hora veinticinco</cite>, millones de europeos de la posguerra reconocieron su drama y su esperanza. Iohann Moritz se convirtió en un símbolo, y símbolo es también la figura intelectual Traían Koruga, contrafigura del mismo Gheorghiu.
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La Hora Veinticinco es la hora que sigue el momento final, cuando ya todo se ha terminado y ni siquiera cabe redención, la hora del triunfo de falsos profetas que prometen la felicidad de las generaciones futuras a cambio de la sumisión inhumana de las presentes. Frente a estos profetas, C. V. Gheorghiu alza su voz en este libro, una de las novelas definitorias del espíritu de nuestro siglo, una obra que quedará para siempre como retrato y testimonio de una época.
La hora veinticinco fue acogida en su día por la crítica con un entusiasmo refrendado por el éxito multitudinario de lectores en 20 países. Por una vez, una obra de impecable mensaje, de inusitado vigor testimonial, se convierte en un “bestseller” sin que para ello el autor tuviera que enmascarar su alucinante contenido. Bajo la apariencia de un canto desesperanzado a un paraíso perdido, <cite>La hora veinticinco</cite> es la defensa apasionada de la libertad, de la dignidad del hombre, frente a la opresión que se apoya en técnicas deshumanizadoras.
En <cite>La hora veinticinco</cite>, millones de europeos de la posguerra reconocieron su drama y su esperanza. Iohann Moritz se convirtió en un símbolo, y símbolo es también la figura intelectual Traían Koruga, contrafigura del mismo Gheorghiu.