Ricardo, un viejo artista de origen español que habita en uno de los pintorescos edificios del centro histórico de Poitiers, no tiene más vínculos con el mundo actual que Madeleine, la joven que acude cuatro horas cada día para ocuparse de la limpieza y prepararle la comida. El resto del tiempo, las paredes muestran a Ricardo los jirones de la soledad que lo acompaña. En las letanías de su insomnio, planeando sobre la neblina húmeda del río Boivre que empaña los cristales del salón y lame las cúpulas de las catedrales, la lucidez de su pensamiento le conducirá por la pendiente vertiginosa del recuerdo, ávida por recomponer el mosaico de su vida: los juegos de su infancia, la celebración de la II República por las calles de Talavera, los años de guerra en el pueblo de su abuela Crisanta, cuando su padre luchaba en el frente por las libertades perdidas; el miedo y el exilio por los caminos de la noche atravesando la frontera francesa; el éxodo bajo las estrellas huyendo de la ocupación alemana; la reclusión en el campo de Gurs; sus vuelos de águila por torres y campanarios junto a su padre y su hermano Carlos, dejando en iglesias y catedrales la impronta de su talento y su arte. Y entre la ensoñación y la consciencia, aquel retorno breve a la España de los años 50 que le devolvería, con la brevedad de un sueño efímero, la esencia de la vida que perdimos. Consolación González Rico ha sido X Premio de Narrativa Alfonso VIII de la Diputación Provincial de Cuenca con la historia que envuelve a estos personajes.
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Ricardo, un viejo artista de origen español que habita en uno de los pintorescos edificios del centro histórico de Poitiers, no tiene más vínculos con el mundo actual que Madeleine, la joven que acude cuatro horas cada día para ocuparse de la limpieza y prepararle la comida. El resto del tiempo, las paredes muestran a Ricardo los jirones de la soledad que lo acompaña. En las letanías de su insomnio, planeando sobre la neblina húmeda del río Boivre que empaña los cristales del salón y lame las cúpulas de las catedrales, la lucidez de su pensamiento le conducirá por la pendiente vertiginosa del recuerdo, ávida por recomponer el mosaico de su vida: los juegos de su infancia, la celebración de la II República por las calles de Talavera, los años de guerra en el pueblo de su abuela Crisanta, cuando su padre luchaba en el frente por las libertades perdidas; el miedo y el exilio por los caminos de la noche atravesando la frontera francesa; el éxodo bajo las estrellas huyendo de la ocupación alemana; la reclusión en el campo de Gurs; sus vuelos de águila por torres y campanarios junto a su padre y su hermano Carlos, dejando en iglesias y catedrales la impronta de su talento y su arte. Y entre la ensoñación y la consciencia, aquel retorno breve a la España de los años 50 que le devolvería, con la brevedad de un sueño efímero, la esencia de la vida que perdimos. Consolación González Rico ha sido X Premio de Narrativa Alfonso VIII de la Diputación Provincial de Cuenca con la historia que envuelve a estos personajes.