El día que murió Matt Walters empecé a pensar que algo oscuro y terrible estaba ocurriendo a mi alrededor.
No sabía qué, pero la muerte del bueno de Matt me lo reveló de inmediato con una súbita clarividencia que, por otro lado, no se basaba en motivo real alguno.
Después de todo, las causas de su muerte, aclaradas posteriormente por un médico forense al hacerle la autopsia, eran las más corrientes del mundo, sobre todo de nuestro enfebrecido mundo actual: fallecimiento producido por derrame cerebral.
Para un exespía de la categoría excepcional de mi viejo amigo Matt, morir de un simple derrame cerebral resultaba un fin de lo más vulgar y mediocre que pudiera imaginarse. Él había soñado siempre con tener una muerte heroica, durante el cumplimiento de alguna de sus arriesgadas misiones, como creo que siempre lo soñamos todos los que nos dedicamos a esta aperreada vida de los servicios de Inteligencia.
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El día que murió Matt Walters empecé a pensar que algo oscuro y terrible estaba ocurriendo a mi alrededor.
No sabía qué, pero la muerte del bueno de Matt me lo reveló de inmediato con una súbita clarividencia que, por otro lado, no se basaba en motivo real alguno.
Después de todo, las causas de su muerte, aclaradas posteriormente por un médico forense al hacerle la autopsia, eran las más corrientes del mundo, sobre todo de nuestro enfebrecido mundo actual: fallecimiento producido por derrame cerebral.
Para un exespía de la categoría excepcional de mi viejo amigo Matt, morir de un simple derrame cerebral resultaba un fin de lo más vulgar y mediocre que pudiera imaginarse. Él había soñado siempre con tener una muerte heroica, durante el cumplimiento de alguna de sus arriesgadas misiones, como creo que siempre lo soñamos todos los que nos dedicamos a esta aperreada vida de los servicios de Inteligencia.