He aquí un comentario de incalculable valor sobre los cuatro últimos años de la que, con razón o sin ella, se ha dado en llamar «La Belle Epoque». A finales de 1910, «Le Matin», el diario más importante del momento, ofreció a Colette una sección, dejándole plena libertad en la elección de los temas. Desde el primer momento, sus dotes excepcionales de observación, su manera de captar los seres y las cosas al margen de toda idea preconcebida, así como de presentárnoslos con una expresión feliz e incomparable, encontraron allí su mejor campo de acción. Aunque los personajes descritos por Colette perdurarán mientras haya lectores, es posible que la posteridad aprecie sobre todo a esta autora por su testimonio sobre la época que le tocó vivir.
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He aquí un comentario de incalculable valor sobre los cuatro últimos años de la que, con razón o sin ella, se ha dado en llamar «La Belle Epoque». A finales de 1910, «Le Matin», el diario más importante del momento, ofreció a Colette una sección, dejándole plena libertad en la elección de los temas. Desde el primer momento, sus dotes excepcionales de observación, su manera de captar los seres y las cosas al margen de toda idea preconcebida, así como de presentárnoslos con una expresión feliz e incomparable, encontraron allí su mejor campo de acción. Aunque los personajes descritos por Colette perdurarán mientras haya lectores, es posible que la posteridad aprecie sobre todo a esta autora por su testimonio sobre la época que le tocó vivir.