Había dejado de llover poco antes. Era habitual en otoño que aquella región registrase lluvias, incluso bastante más intensas y prolongadas que la de aquella madrugada y primeras horas de la mañana. Los charcos reflejaron la tibia claridad solar, entre las nubes grises que aún flotaban sobre el verde paisaje de Staffordshire. La tierra, húmeda y fangosa, se veía en el serpenteo de los caminos que se perdían entre brezos, matorrales y bosquecillos, o entre los setos de las aisladas mansiones y granjas de la región. En el pináculo de algunas torres de fincas de labranza o de cría de ganado, las veletas giraban intermitentemente con los soplos de la brisa matinal. Caballos y reses empezaban a asomar sus cuerpos marrones o blancos por entre el verdor lujurioso de la hierba en los amplios pastos.
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Había dejado de llover poco antes. Era habitual en otoño que aquella región registrase lluvias, incluso bastante más intensas y prolongadas que la de aquella madrugada y primeras horas de la mañana. Los charcos reflejaron la tibia claridad solar, entre las nubes grises que aún flotaban sobre el verde paisaje de Staffordshire. La tierra, húmeda y fangosa, se veía en el serpenteo de los caminos que se perdían entre brezos, matorrales y bosquecillos, o entre los setos de las aisladas mansiones y granjas de la región. En el pináculo de algunas torres de fincas de labranza o de cría de ganado, las veletas giraban intermitentemente con los soplos de la brisa matinal. Caballos y reses empezaban a asomar sus cuerpos marrones o blancos por entre el verdor lujurioso de la hierba en los amplios pastos.