Los cinco jinetes entraron en el pequeño pueblo al filo del mediodía. Cabalgaban despacio, con aire cansado, como si hubieran hecho una larga jornada a caballo.
Sin embargo, la jornada había tenido fin el día anterior. Por la noche, habían acampado a la orilla de un pequeño riachuelo, a menos de dos millas de la ciudad. De este modo, sus caballos estaban frescos y descansados.
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Los cinco jinetes entraron en el pequeño pueblo al filo del mediodía. Cabalgaban despacio, con aire cansado, como si hubieran hecho una larga jornada a caballo.
Sin embargo, la jornada había tenido fin el día anterior. Por la noche, habían acampado a la orilla de un pequeño riachuelo, a menos de dos millas de la ciudad. De este modo, sus caballos estaban frescos y descansados.