Penélope Shatton tenía veintisiete años y hacía seis meses escasos que había perdido a su marido, quien había muerto después de una larga y dolorosa enfermedad que había agotado todos los recursos del matrimonio. Después de la muerte de su esposo, Penélope había encontrado distintos trabajos, pero había tenido que abandonarlos todos sucesivamente; unos, por demasiado fatigosos y poco productivos; y otros, los más, por evitar los manoseos del dueño, gerente o apoderado de la empresa, cualquiera de los cuales se habían creído siempre con derecho a obtener de Penélope algo más de lo que señalaba el contrato de trabajo. La culpa, por supuesto, no era de Penélope, sino de sus hermosos ojos grises y su esbelta figura. Y de su viudez, claro; el dueño, gerente o apoderado de las empresas en que se había colocado sucesivamente después de la muerte de su esposo, se habían creído en el humanitario deber de consolar a la atribulada joven, cosa que ella había rechazado siempre de plano. En consecuencia, una vez más, en el corto plazo de seis meses, se encontraba sin ocupación.
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Penélope Shatton tenía veintisiete años y hacía seis meses escasos que había perdido a su marido, quien había muerto después de una larga y dolorosa enfermedad que había agotado todos los recursos del matrimonio. Después de la muerte de su esposo, Penélope había encontrado distintos trabajos, pero había tenido que abandonarlos todos sucesivamente; unos, por demasiado fatigosos y poco productivos; y otros, los más, por evitar los manoseos del dueño, gerente o apoderado de la empresa, cualquiera de los cuales se habían creído siempre con derecho a obtener de Penélope algo más de lo que señalaba el contrato de trabajo. La culpa, por supuesto, no era de Penélope, sino de sus hermosos ojos grises y su esbelta figura. Y de su viudez, claro; el dueño, gerente o apoderado de las empresas en que se había colocado sucesivamente después de la muerte de su esposo, se habían creído en el humanitario deber de consolar a la atribulada joven, cosa que ella había rechazado siempre de plano. En consecuencia, una vez más, en el corto plazo de seis meses, se encontraba sin ocupación.