El hombre salió del hotel con paso vivo y fue saludado con todo respeto por el galoneado portero que cubría la entrada. Frente a la acera había parado un automóvil negro. El hombre era alto, de buena planta, con las sienes grises y tenía aspecto de diplomático. En la mano derecha llevaba una valija con cierres dorados.
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El hombre salió del hotel con paso vivo y fue saludado con todo respeto por el galoneado portero que cubría la entrada. Frente a la acera había parado un automóvil negro. El hombre era alto, de buena planta, con las sienes grises y tenía aspecto de diplomático. En la mano derecha llevaba una valija con cierres dorados.