Los ojos de la muchacha dejaron de expresar el miedo. Ahora era el pánico, el horror, lo que se reflejaba en ellos. Miedo al ser que descendía por la escalera de caracol, con pasos lentos, con movimientos pausados. La rojiza luz del recinto de piedra dibujó una enorme, siniestra sombra sobre los muros de góticos porcheados.
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Los ojos de la muchacha dejaron de expresar el miedo. Ahora era el pánico, el horror, lo que se reflejaba en ellos. Miedo al ser que descendía por la escalera de caracol, con pasos lentos, con movimientos pausados. La rojiza luz del recinto de piedra dibujó una enorme, siniestra sombra sobre los muros de góticos porcheados.