SONÓ el teléfono y me pareció como si la campanilla estuviera instalada en el interior de mi cráneo. Lancé un gemido y, mientras con una mano sujetaba la bolsa de hielo que tenía sobre mi cabeza, busqué con la otra a tientas el aparato telefónico. La bolsa de hielo no me la había puesto para disipar los trastornos de una borrachera, sino para aliviar los desastrosos efectos de un golpe propinado por un individuo al cual seguía por encargo de una esposa demasiado celosa. Y yo cumplí el encargo tan bien que el tipo me vio a las primeras de cambio. El resultado… Pero, ¿a qué seguir hablando de fracasos?
Description:
SONÓ el teléfono y me pareció como si la campanilla estuviera instalada en el interior de mi cráneo. Lancé un gemido y, mientras con una mano sujetaba la bolsa de hielo que tenía sobre mi cabeza, busqué con la otra a tientas el aparato telefónico. La bolsa de hielo no me la había puesto para disipar los trastornos de una borrachera, sino para aliviar los desastrosos efectos de un golpe propinado por un individuo al cual seguía por encargo de una esposa demasiado celosa. Y yo cumplí el encargo tan bien que el tipo me vio a las primeras de cambio. El resultado… Pero, ¿a qué seguir hablando de fracasos?