De pie en la terraza de su espléndida residencia, Mitch Hammill contemplaba satisfecho la marcha del último de sus invitados. Realmente había sido una fiesta espléndida y Hammill tenía motivos más que sobrados para sentirse contento de la vida. Sus dos guardaespaldas se disponían a cerrar la verja que permitía el acceso al amplio jardín que rodeaba la casa.
Description:
De pie en la terraza de su espléndida residencia, Mitch Hammill contemplaba satisfecho la marcha del último de sus invitados. Realmente había sido una fiesta espléndida y Hammill tenía motivos más que sobrados para sentirse contento de la vida. Sus dos guardaespaldas se disponían a cerrar la verja que permitía el acceso al amplio jardín que rodeaba la casa.