El jinete era un puntito que se movía a lo lejos, en la cegadora planicie del desierto. Sentado en una silla, bajo la marquesina que le protegía de los inclementes rayos del sol, Hal Pewly contempló especulativamente al hombre que se dirigía hacia Loneville. —Extraordinario —dijo Hal Pewly. Una mujer se había asomado a la ventana más próxima de la cantina. Su escote no tenía nada de moderado y sus ojos eran muy azules, pero con fuego en las pupilas. —¿Por qué extraordinario, Hal? —preguntó.
Description:
El jinete era un puntito que se movía a lo lejos, en la cegadora planicie del desierto. Sentado en una silla, bajo la marquesina que le protegía de los inclementes rayos del sol, Hal Pewly contempló especulativamente al hombre que se dirigía hacia Loneville. —Extraordinario —dijo Hal Pewly. Una mujer se había asomado a la ventana más próxima de la cantina. Su escote no tenía nada de moderado y sus ojos eran muy azules, pero con fuego en las pupilas. —¿Por qué extraordinario, Hal? —preguntó.