Frank E. Gulden fue hallado en su despacho privado, muerto, con un balazo en el cráneo. Cuando el mayordomo lo encontró, estaba caído sobre la mesa y todavía con los dedos de la mano derecha la pluma con que escribía en el momento de su muerte.
Dado que la bala le había entrado por la nuca, la policía descartó inmediatamente la hipótesis del suicidio. Pero, además, la carta que escribía en el momento de morir, fue la base principal para confirmar la teoría del crimen premeditado.
Gulden era un importante hombre de negocios y su asesinato causó un enorme estruendo. Sobre todo, cuando un periodista avispado consiguió fotografiar la carta que Gulden escribía en aquellos terribles instantes y que jamás podría concluir.
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Frank E. Gulden fue hallado en su despacho privado, muerto, con un balazo en el cráneo. Cuando el mayordomo lo encontró, estaba caído sobre la mesa y todavía con los dedos de la mano derecha la pluma con que escribía en el momento de su muerte.
Dado que la bala le había entrado por la nuca, la policía descartó inmediatamente la hipótesis del suicidio. Pero, además, la carta que escribía en el momento de morir, fue la base principal para confirmar la teoría del crimen premeditado.
Gulden era un importante hombre de negocios y su asesinato causó un enorme estruendo. Sobre todo, cuando un periodista avispado consiguió fotografiar la carta que Gulden escribía en aquellos terribles instantes y que jamás podría concluir.