Tuvimos la primera pista de que iba a ocurrir algo muy gordo cuando el agente Juan Sánchez detuvo a Mickey «El Chinche» con una pesada maleta en la mano, cuyo origen no pudo explicar de manera satisfactoria. Mickey «El Chinche» es un vagabundo cuyo historial está lleno de arrestos y condenas por todos los motivos, excepto violación y asesinato. En Palmer Springs le conocemos todos tanto como a nuestro respetable papaíto, de modo que cuando Sánchez lo vio con aquella maleta en la mano, de la cual no era el dueño, pese a lo que pudiera jurar en contrario, lo metió en su coche y, tras haberlo sujetado a la manija de la portezuela con las esposas, lo trajo a la Jefatura.Una vez con nosotros, empezamos a levantar el atestado, cosa de la que se encargó el sargento Madison. Estaba delante el marido de mi hermana Mary, Lear Marlin, un científico atómico que trabaja en una de esas bases atómicas que no se pueden nombrar tan siquiera, pues se hallaba de vacaciones y le gustaba venirse de vez en cuando a mi despacho para presenciar un poco el rutinario funcionamiento de los métodos policiales.
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Tuvimos la primera pista de que iba a ocurrir algo muy gordo cuando el agente Juan Sánchez detuvo a Mickey «El Chinche» con una pesada maleta en la mano, cuyo origen no pudo explicar de manera satisfactoria. Mickey «El Chinche» es un vagabundo cuyo historial está lleno de arrestos y condenas por todos los motivos, excepto violación y asesinato. En Palmer Springs le conocemos todos tanto como a nuestro respetable papaíto, de modo que cuando Sánchez lo vio con aquella maleta en la mano, de la cual no era el dueño, pese a lo que pudiera jurar en contrario, lo metió en su coche y, tras haberlo sujetado a la manija de la portezuela con las esposas, lo trajo a la Jefatura.Una vez con nosotros, empezamos a levantar el atestado, cosa de la que se encargó el sargento Madison. Estaba delante el marido de mi hermana Mary, Lear Marlin, un científico atómico que trabaja en una de esas bases atómicas que no se pueden nombrar tan siquiera, pues se hallaba de vacaciones y le gustaba venirse de vez en cuando a mi despacho para presenciar un poco el rutinario funcionamiento de los métodos policiales.