El avión volaba rítmica, plácidamente. Arriba un estallido de luz azul, cegadora. Abajo, un infinito mar amarillo, deslumbrante, como recién salido del tubo de pintura. Entre los dos únicos colores, el azul del cielo y el amarillo del sahariano desierto, la máquina humana, repleto su vientre de ejemplares idénticos a los que la habían construido, era la única nota discordante en plata y zumbido de motores. Un zumbido que se extendía en invisibles esferas durante kilómetros y kilómetros de inacabable soledad, llenando esta con las conmociones de la atmósfera provocadas por las continuas y vertiginosas revoluciones de las dos hélices, convertidas en refulgentes discos, del «Dakota» norteamericano de transporte.
Description:
El avión volaba rítmica, plácidamente. Arriba un estallido de luz azul, cegadora. Abajo, un infinito mar amarillo, deslumbrante, como recién salido del tubo de pintura. Entre los dos únicos colores, el azul del cielo y el amarillo del sahariano desierto, la máquina humana, repleto su vientre de ejemplares idénticos a los que la habían construido, era la única nota discordante en plata y zumbido de motores. Un zumbido que se extendía en invisibles esferas durante kilómetros y kilómetros de inacabable soledad, llenando esta con las conmociones de la atmósfera provocadas por las continuas y vertiginosas revoluciones de las dos hélices, convertidas en refulgentes discos, del «Dakota» norteamericano de transporte.