Los dos coches se detuvieron frente a la casa solitaria y sus conductores apagaron las luces. Luego, cinco o seis hombres se apearon, cruzaron un pequeño espacio ajardinado y se detuvieron ante la puerta. El edificio era más bien modesto y de una sola planta. La puerta se abrió por sí sola, dejando a la vista un amplio salón, agradablemente decorado, pero sin lujos de ninguna clase
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Los dos coches se detuvieron frente a la casa solitaria y sus conductores apagaron las luces. Luego, cinco o seis hombres se apearon, cruzaron un pequeño espacio ajardinado y se detuvieron ante la puerta. El edificio era más bien modesto y de una sola planta. La puerta se abrió por sí sola, dejando a la vista un amplio salón, agradablemente decorado, pero sin lujos de ninguna clase