Aunque las noches empezaban a refrescar, el dueño de la casa, Fulton C. Williamsburg, no había ordenado que le encendieran la chimenea. La temperatura era lo suficientemente soportable para poder pasarse sin ninguna clase de calefacción. Los pronósticos del tiempo, sin embargo, anunciaban mal tiempo, pero eso era algo que, en aquellos momentos, no preocupaba en absoluto al señor Williamsburg.
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Aunque las noches empezaban a refrescar, el dueño de la casa, Fulton C. Williamsburg, no había ordenado que le encendieran la chimenea. La temperatura era lo suficientemente soportable para poder pasarse sin ninguna clase de calefacción. Los pronósticos del tiempo, sin embargo, anunciaban mal tiempo, pero eso era algo que, en aquellos momentos, no preocupaba en absoluto al señor Williamsburg.