El hombre estaba plácidamente sentado en la terraza de su lujosa suite del hotel, a veintidós pisos de distancia del suelo, y en medio de plantas exóticas que embalsamaban el ambiente e impedían llegasen hasta su pituitaria los malévolos efluvios de los cientos de coches que desfilaban continuamente por la avenida. Desde arriba, el hombre, cómodamente repantigado en una tumbona, contemplaba aquel maravilloso paisaje que era la playa de Copacabana, con sus alegres bañistas y el abigarrado movimiento que se percibía en ella en todo momento.
Description:
El hombre estaba plácidamente sentado en la terraza de su lujosa suite del hotel, a veintidós pisos de distancia del suelo, y en medio de plantas exóticas que embalsamaban el ambiente e impedían llegasen hasta su pituitaria los malévolos efluvios de los cientos de coches que desfilaban continuamente por la avenida. Desde arriba, el hombre, cómodamente repantigado en una tumbona, contemplaba aquel maravilloso paisaje que era la playa de Copacabana, con sus alegres bañistas y el abigarrado movimiento que se percibía en ella en todo momento.