El día en que murió Homer Hammerstein, el mundo entero se conmocionó. Rara vez el mundo sufre convulsiones cuando muere una persona por simple enfermedad. Esa persona tiene que ser un jefe de Estado, un presidente de una nación poderosa, una «estrella» de cine, un fenómeno de la canción moderna…, o un hombre como Homer Hammerstein, sencillamente. Se le conocía también como «el ciudadano Hammerstein», el «emperador de la banca y de la industria», y cosas por el estilo. Lo cierto es que era todo eso y mucho más. Era, simplemente, el «Gran Hammerstein». Eso lo decía todo.
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El día en que murió Homer Hammerstein, el mundo entero se conmocionó. Rara vez el mundo sufre convulsiones cuando muere una persona por simple enfermedad. Esa persona tiene que ser un jefe de Estado, un presidente de una nación poderosa, una «estrella» de cine, un fenómeno de la canción moderna…, o un hombre como Homer Hammerstein, sencillamente. Se le conocía también como «el ciudadano Hammerstein», el «emperador de la banca y de la industria», y cosas por el estilo. Lo cierto es que era todo eso y mucho más. Era, simplemente, el «Gran Hammerstein». Eso lo decía todo.