Aquélla era una alta, solitaria y hermosa tierra. Un verdadero lugar de promisión… Ciertamente, un hombre de arrestos y empuje, que además fuese capaz de soportar la soledad y arreglárselas con poco, podía encontrar allí la paz, la felicidad y, sobre todo, esa incomparable y ya casi olvidada sensación de ser señor de sí mismo y de todo lo circundante, que acerca al hombre a Dios. Sin embargo, ni todos los hombres son capaces de acercarse a Dios ni mucho menos de apreciar los beneficios de la soledad, la paz, la libertad plena, con cuanto acarrea de trabajos y responsabilidades. Para la mayoría, en todos los tiempos, lo que importa es asegurarse la pitanza, aun a costa de degradación y servilismo. De ahí que tengan tanto éxito las ciudades.
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Aquélla era una alta, solitaria y hermosa tierra. Un verdadero lugar de promisión… Ciertamente, un hombre de arrestos y empuje, que además fuese capaz de soportar la soledad y arreglárselas con poco, podía encontrar allí la paz, la felicidad y, sobre todo, esa incomparable y ya casi olvidada sensación de ser señor de sí mismo y de todo lo circundante, que acerca al hombre a Dios. Sin embargo, ni todos los hombres son capaces de acercarse a Dios ni mucho menos de apreciar los beneficios de la soledad, la paz, la libertad plena, con cuanto acarrea de trabajos y responsabilidades. Para la mayoría, en todos los tiempos, lo que importa es asegurarse la pitanza, aun a costa de degradación y servilismo. De ahí que tengan tanto éxito las ciudades.