CUANDO a Sylvan Star le llamaban con urgencia, siempre sabía a qué atenerse. Porque la clientela de Sylvan Star no estaba constituida por gentes vulgares con vulgares problemas. Desde luego, un tipo vulgar no podía vivir en aquella mansión. Hace falta algo más que dinero para residir en un chateau del Val de la Loire, de cuarenta habitaciones y cinco hectáreas de parque, manteniéndolo en perfectas condiciones de habitabilidad. Por lo común, los simples poseedores de dinero en grande carecen de la suficiente sensibilidad para percibir, y gozar, todas las sugerencias que ofrecen al espíritu cultivado lugares así.
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CUANDO a Sylvan Star le llamaban con urgencia, siempre sabía a qué atenerse. Porque la clientela de Sylvan Star no estaba constituida por gentes vulgares con vulgares problemas. Desde luego, un tipo vulgar no podía vivir en aquella mansión. Hace falta algo más que dinero para residir en un chateau del Val de la Loire, de cuarenta habitaciones y cinco hectáreas de parque, manteniéndolo en perfectas condiciones de habitabilidad. Por lo común, los simples poseedores de dinero en grande carecen de la suficiente sensibilidad para percibir, y gozar, todas las sugerencias que ofrecen al espíritu cultivado lugares así.