La señorita Rachel Murdock, una muñequita de porcelana china con afición al detectivismo, arrastró a su protestataria hermana Jennifer y a su aquiesciente gata, Samantha, a una singular aventura que tuvo lugar en una misteriosa atmósfera de crimen. Al violar Rachel la correspondencia ajena, en realidad lo que hizo fue emprender la pesquisa de un asunto que decidió llamar “El Caso de la Muñeca Funesta”. Aunque la rota y espantosa muñeca no apareció sino hasta mucho tiempo después, tras una ventana, en una noche oscura, ya existía —desde el momento en que la señorita Rachel abrió la carta— la impresión de que agradables y bellos objetos estaban siendo usados con fines horroríficos, lo que resulta incongruente y semejante al caso de un ramillete de violetas del que se desprendiera un hedor como los que trascienden de los pantanos. Y en el maremágnum de cosas extrañas, las semillas de visteria se usaron para el logro de propósitos desconcertantes, las plantas de fucsia se convirtieron en parte de una venganza inconcebible, la enredadera de lantana cubrió a los que, ocultos, escuchaban, y, por último, se utilizó un tractor para arar los campos de la muerte.
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La señorita Rachel Murdock, una muñequita de porcelana china con afición al detectivismo, arrastró a su protestataria hermana Jennifer y a su aquiesciente gata, Samantha, a una singular aventura que tuvo lugar en una misteriosa atmósfera de crimen. Al violar Rachel la correspondencia ajena, en realidad lo que hizo fue emprender la pesquisa de un asunto que decidió llamar “El Caso de la Muñeca Funesta”. Aunque la rota y espantosa muñeca no apareció sino hasta mucho tiempo después, tras una ventana, en una noche oscura, ya existía —desde el momento en que la señorita Rachel abrió la carta— la impresión de que agradables y bellos objetos estaban siendo usados con fines horroríficos, lo que resulta incongruente y semejante al caso de un ramillete de violetas del que se desprendiera un hedor como los que trascienden de los pantanos. Y en el maremágnum de cosas extrañas, las semillas de visteria se usaron para el logro de propósitos desconcertantes, las plantas de fucsia se convirtieron en parte de una venganza inconcebible, la enredadera de lantana cubrió a los que, ocultos, escuchaban, y, por último, se utilizó un tractor para arar los campos de la muerte.