Jerry Sykes probó el blanco polvo levemente. Chascó la lengua. —De primera calidad —asintió con gesto complacido—. No esperaba menos de usted, desde luego. —Yo siempre trabajo con lo mejor, amigo —sonrió el hombre de pelo blanco sedoso, de apariencia casi artificial, recuperando la bolsita de donde extrajera Sykes la pequeña dosis, para ponerla junto con las demás en el maletín, que cerró de golpe—. Ahora, veamos el color de tu dinero.
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Jerry Sykes probó el blanco polvo levemente. Chascó la lengua. —De primera calidad —asintió con gesto complacido—. No esperaba menos de usted, desde luego. —Yo siempre trabajo con lo mejor, amigo —sonrió el hombre de pelo blanco sedoso, de apariencia casi artificial, recuperando la bolsita de donde extrajera Sykes la pequeña dosis, para ponerla junto con las demás en el maletín, que cerró de golpe—. Ahora, veamos el color de tu dinero.