Buena parte de la segunda parte de «Robinson Crusoe» relata la ausencia de Robinson de la isla, y concluye con unos viajes por China y Rusia en los que el protagonista de Defoe entra en contacto con pueblos y costumbres muy distintos a los que se presentan en la primera, y vive experiencias tan asombrosas como ser perseguido por una manada de lobos o ser atacado por un oso. Sin embargo, la organización social, una de las cuestiones que más ha contrubuido a dotar de importancia a la novela, se convierte en una de las centrales, junto a los temas del colonialismo, la relación entre pueblos con costumbres que chocan o la consideración de la cultura, la tecnología y la ciencia como armas de doble filo, puesto que no siempre conducen a una mayor felicidad. Sin menoscabo del carácter de novela de aventuras, esta segunda parte es filosóficamente más rica y generadora de mayor debate incluso que la primera. Proyectada muy probablemente al tiempo que aparecía el primer volumen de «Robinson Crusoe», esta segunda parte, publicada apenas cuatro meses después, apareció precedida de un clarificador prefacio (que se incluye en esta edición) en el que se arremete contra la piratería de que era objeto la obra: «La segunda parte, si de algo vale la opinión del editor, es (al contrario de lo habitual en las segundas partes) tan entretenida en todos los sentidos como la primera, contiene sucesos igual de extraños y sorprendentes, con la misma variedad; sus usos no son menos serios y apropiados y sin duda resultarán, para el lector serio, así como para el divertido, en la misma medida provechosos y entretenidos: eso hace que la abreviación de esta obra resulte tan escandalosa como bellaca y ridícula; visto que, para acortarla, como parecen reducir su valor, la despojan de todas las reflexiones, tanto religiosas como morales, que además de consituir la mayor belleza de esta obra están calculadas para el infinito provecho del lector».
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Buena parte de la segunda parte de «Robinson Crusoe» relata la ausencia de Robinson de la isla, y concluye con unos viajes por China y Rusia en los que el protagonista de Defoe entra en contacto con pueblos y costumbres muy distintos a los que se presentan en la primera, y vive experiencias tan asombrosas como ser perseguido por una manada de lobos o ser atacado por un oso. Sin embargo, la organización social, una de las cuestiones que más ha contrubuido a dotar de importancia a la novela, se convierte en una de las centrales, junto a los temas del colonialismo, la relación entre pueblos con costumbres que chocan o la consideración de la cultura, la tecnología y la ciencia como armas de doble filo, puesto que no siempre conducen a una mayor felicidad. Sin menoscabo del carácter de novela de aventuras, esta segunda parte es filosóficamente más rica y generadora de mayor debate incluso que la primera. Proyectada muy probablemente al tiempo que aparecía el primer volumen de «Robinson Crusoe», esta segunda parte, publicada apenas cuatro meses después, apareció precedida de un clarificador prefacio (que se incluye en esta edición) en el que se arremete contra la piratería de que era objeto la obra: «La segunda parte, si de algo vale la opinión del editor, es (al contrario de lo habitual en las segundas partes) tan entretenida en todos los sentidos como la primera, contiene sucesos igual de extraños y sorprendentes, con la misma variedad; sus usos no son menos serios y apropiados y sin duda resultarán, para el lector serio, así como para el divertido, en la misma medida provechosos y entretenidos: eso hace que la abreviación de esta obra resulte tan escandalosa como bellaca y ridícula; visto que, para acortarla, como parecen reducir su valor, la despojan de todas las reflexiones, tanto religiosas como morales, que además de consituir la mayor belleza de esta obra están calculadas para el infinito provecho del lector».