La misteriosa, desconocida personalidad de Jack el Destripador, el asesino que ensangrentó Londres en 1888, ha despertado siempre la atención de los escritores de toda época y género. Desde Mary Belloc Lowndes, con su famoso libro The Lodger («El huésped»), llevado al cine por John Brahm, hasta psicoanalistas, médicos y expertos en patología criminal, pasando por auténticos imaginativos como Robert Bloch o Colín Wilson con su Ritual in the Dark, el personaje siniestro de Whitechapel ha provocado en todo momento la creación de obras de ficción, junto a ensayos clínicos, hipótesis, deducciones y estudios minuciosos, basados en los escasos datos que existen sobre la figura fantasmal, incógnita, jamás desvelada, del criminal que eliminaba sangrientamente a las mujeres públicas de aquel Londres de luz de gas, niebla, callejas oscuras, sórdidos pasajes y edificios ruinosos. Jack el Destripador, auténtica incógnita viviente, que apareció y desapareció de la escena londinense tras su terrible cadena de muertes violentas, en la mayor impunidad, sigue siendo un enigma, incluso para historiadores, policías, científicos y escritores. Nadie supo nunca quién era, aunque se dedujo una auténtica serie de teorías, posiblemente todas ellas falsas. O acaso una entre ellas responda a la realidad, pero ¿cuál?
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La misteriosa, desconocida personalidad de Jack el Destripador, el asesino que ensangrentó Londres en 1888, ha despertado siempre la atención de los escritores de toda época y género. Desde Mary Belloc Lowndes, con su famoso libro The Lodger («El huésped»), llevado al cine por John Brahm, hasta psicoanalistas, médicos y expertos en patología criminal, pasando por auténticos imaginativos como Robert Bloch o Colín Wilson con su Ritual in the Dark, el personaje siniestro de Whitechapel ha provocado en todo momento la creación de obras de ficción, junto a ensayos clínicos, hipótesis, deducciones y estudios minuciosos, basados en los escasos datos que existen sobre la figura fantasmal, incógnita, jamás desvelada, del criminal que eliminaba sangrientamente a las mujeres públicas de aquel Londres de luz de gas, niebla, callejas oscuras, sórdidos pasajes y edificios ruinosos. Jack el Destripador, auténtica incógnita viviente, que apareció y desapareció de la escena londinense tras su terrible cadena de muertes violentas, en la mayor impunidad, sigue siendo un enigma, incluso para historiadores, policías, científicos y escritores. Nadie supo nunca quién era, aunque se dedujo una auténtica serie de teorías, posiblemente todas ellas falsas. O acaso una entre ellas responda a la realidad, pero ¿cuál?