La chica, se murió en mis brazos. Poco antes, estaba llena de vida. Y llena de todo, especialmente en ciertas partes de su anatomía, tan visibles como las colinas en un terreno llano. Me sonreía, pronunciaba palabras melosas a mi oído, y mi piel toda hormigueaba con el cosquilleo suave y lascivo de sus dedos, largos y aterciopelados. Ahora, todo eso no era nada. O, cuando menos, nada que pudiera moverse, palpitar y tener el calor de la vida. Un extraño frío terrible extendíase lentamente por su epidermis. Los ojos miraban sin ver. La boca estaba entreabierta, y por la comisura de sus labios, rojos y brillantes, gordezuelos y sensuales, corría aquel desagradable, delgado hilo escarlata: la sangre que señalaba tan débilmente la presencia de la Muerte en la alcoba.
Description:
La chica, se murió en mis brazos. Poco antes, estaba llena de vida. Y llena de todo, especialmente en ciertas partes de su anatomía, tan visibles como las colinas en un terreno llano. Me sonreía, pronunciaba palabras melosas a mi oído, y mi piel toda hormigueaba con el cosquilleo suave y lascivo de sus dedos, largos y aterciopelados. Ahora, todo eso no era nada. O, cuando menos, nada que pudiera moverse, palpitar y tener el calor de la vida. Un extraño frío terrible extendíase lentamente por su epidermis. Los ojos miraban sin ver. La boca estaba entreabierta, y por la comisura de sus labios, rojos y brillantes, gordezuelos y sensuales, corría aquel desagradable, delgado hilo escarlata: la sangre que señalaba tan débilmente la presencia de la Muerte en la alcoba.