Con sensibles interferencias, el piloto intentaba, desesperadamente, comunicar con la Tierra. Su espacionave, materialmente destrozada, se acercaba a tremenda velocidad y, si no aminoraba la marcha, se desintegraría con el inevitable choque que le opondría la atmósfera terrestre. Seiscientos…, quinientos…, cuatrocientos… Las millas que faltaban para llegar se acortaban con rapidez de relámpago. El piloto miró uno de los relojes de distancia y su rostro palideció; estaba casi encima de la barrera atmosférica y nada podía hacer. Por enésima vez presionó con todas sus fuerzas la palanca de retroceso y ésta cedió unos milímetros, los suficientes para poner en movimiento el turborreactor atómico de retroceso, el cual vomitó una lengua de fuego que frenó pausada pero enérgicamente la loca carrera de la nave. ¡Estaban salvados! Sólo tenían diez o doce kilómetros por delante y habrían llegado con vida. Con violentas sacudidas quedó inmóvil en el suelo, junto a la pared del edificio de la P. S. T., cuyas siglas correspondían a la de la Policía Sidérea Terrestre.
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Con sensibles interferencias, el piloto intentaba, desesperadamente, comunicar con la Tierra. Su espacionave, materialmente destrozada, se acercaba a tremenda velocidad y, si no aminoraba la marcha, se desintegraría con el inevitable choque que le opondría la atmósfera terrestre. Seiscientos…, quinientos…, cuatrocientos… Las millas que faltaban para llegar se acortaban con rapidez de relámpago. El piloto miró uno de los relojes de distancia y su rostro palideció; estaba casi encima de la barrera atmosférica y nada podía hacer. Por enésima vez presionó con todas sus fuerzas la palanca de retroceso y ésta cedió unos milímetros, los suficientes para poner en movimiento el turborreactor atómico de retroceso, el cual vomitó una lengua de fuego que frenó pausada pero enérgicamente la loca carrera de la nave. ¡Estaban salvados! Sólo tenían diez o doce kilómetros por delante y habrían llegado con vida. Con violentas sacudidas quedó inmóvil en el suelo, junto a la pared del edificio de la P. S. T., cuyas siglas correspondían a la de la Policía Sidérea Terrestre.