«No tendré más miedo, no tendré más miedo, no tendré más miedo». Estas son las primeras palabras que repite el protagonista de esta original novela. En un principio, parece que no es más que un niño de doce años que escribe un diario porque tiene miedo a su madre, a los espejos, a las hormigas… pero su temor más grande es que muera Violette, la mujer que lo ha cuidado desde que murió su padre. Desgraciadamente, a Violette no le queda mucho tiempo y él se quedará solo con una madre que nunca lo ha querido. Hasta aquí no parece que el suyo sea diferente a cualquier otro diario. Sin embargo, sus intenciones van mucho más allá de la mera recopilación de estados psíquicos: quiere escribir acerca de su cuerpo y de todos aquellos descubrimientos que experimenta a través de este. Nada escapa a su curiosidad. Por eso, no hay pudor en él sino descubrimiento y naturalidad. No hay prejuicios sino la firme voluntad de hablar del despertar físico y de las nuevas sensaciones que le permiten cambiar su manera de relacionarse con el mundo. Con la precisión de un entomólogo, Daniel Pennac recoge el fascinante camino de una vida vivida a través del cuerpo. Consigue restablecer el papel principal de nuestro cuerpo e indagar en los misterios de nuestra relación con este. Como dice el protagonista al final del libro, con 86 años y después de muchas anotaciones, «al fin y al cabo somos ese niño que llevamos dentro. Un niño confundido».
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«No tendré más miedo, no tendré más miedo, no tendré más miedo». Estas son las primeras palabras que repite el protagonista de esta original novela. En un principio, parece que no es más que un niño de doce años que escribe un diario porque tiene miedo a su madre, a los espejos, a las hormigas… pero su temor más grande es que muera Violette, la mujer que lo ha cuidado desde que murió su padre. Desgraciadamente, a Violette no le queda mucho tiempo y él se quedará solo con una madre que nunca lo ha querido. Hasta aquí no parece que el suyo sea diferente a cualquier otro diario. Sin embargo, sus intenciones van mucho más allá de la mera recopilación de estados psíquicos: quiere escribir acerca de su cuerpo y de todos aquellos descubrimientos que experimenta a través de este. Nada escapa a su curiosidad. Por eso, no hay pudor en él sino descubrimiento y naturalidad. No hay prejuicios sino la firme voluntad de hablar del despertar físico y de las nuevas sensaciones que le permiten cambiar su manera de relacionarse con el mundo. Con la precisión de un entomólogo, Daniel Pennac recoge el fascinante camino de una vida vivida a través del cuerpo. Consigue restablecer el papel principal de nuestro cuerpo e indagar en los misterios de nuestra relación con este. Como dice el protagonista al final del libro, con 86 años y después de muchas anotaciones, «al fin y al cabo somos ese niño que llevamos dentro. Un niño confundido».