Me llamo Oscar Forns Vinci aunque supongo que mi nombre no os dice nada. En este mundo soy uno más del montón. Más o menos. Soy de esas personas podríamos llamar sociables, o al menos, podría decirse que soy de lo más presentable de la familia. Estudio, juego en un equipo deportivo y en general todo se me da más o menos bien. Aunque hay algo en lo que sobresalgo, incluso siendo un mero híbrido, que tengo que mantener más o menos controlado para fingir ser normal. Algo que me viene dado por la herencia, no del todo humana, de mi padre. En parte es un don, en parte un instinto y en parte simplemente es lo que soy. No, mi padre no es humano. Y tampoco es que se esfuerce mucho en parecerlo, si os soy sincero. Mi hermano mellizo y yo estamos bastante acostumbrados a vivir entre esos dos mundos: la siniestra oscuridad en la que vive nuestro padre y la realidad en la que creció nuestra madre humana. Y nos está bien así.
Ambas realidades forman parte de nosotros aunque nos hemos visto obligados a esconder parte de lo que somos y vivir entre humanos. Como casi todos nuestros primos. Supongo que por eso solo con ellos podemos ser nosotros mismos. Y con todo, mi vida está bien así. No diré que sea perfecta pero no puedo quejarme. No quiero complicaciones. Solo un poco de emoción de tanto en tanto. Y así fue como justamente buscando eso, un poco de diversión, mi vida se complicó. A lo grande. Y todo por culpa de un demonio. Bueno, más bien de una mujer, el demonio podemos decir que fue un problema secundario. Y así fue como conocí a Amanda. Esta es mi historia. Y la de ella. Nuestra historia.
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Me llamo Oscar Forns Vinci aunque supongo que mi nombre no os dice nada. En este mundo soy uno más del montón. Más o menos. Soy de esas personas podríamos llamar sociables, o al menos, podría decirse que soy de lo más presentable de la familia. Estudio, juego en un equipo deportivo y en general todo se me da más o menos bien. Aunque hay algo en lo que sobresalgo, incluso siendo un mero híbrido, que tengo que mantener más o menos controlado para fingir ser normal. Algo que me viene dado por la herencia, no del todo humana, de mi padre. En parte es un don, en parte un instinto y en parte simplemente es lo que soy. No, mi padre no es humano. Y tampoco es que se esfuerce mucho en parecerlo, si os soy sincero. Mi hermano mellizo y yo estamos bastante acostumbrados a vivir entre esos dos mundos: la siniestra oscuridad en la que vive nuestro padre y la realidad en la que creció nuestra madre humana. Y nos está bien así.
Ambas realidades forman parte de nosotros aunque nos hemos visto obligados a esconder parte de lo que somos y vivir entre humanos. Como casi todos nuestros primos. Supongo que por eso solo con ellos podemos ser nosotros mismos. Y con todo, mi vida está bien así. No diré que sea perfecta pero no puedo quejarme. No quiero complicaciones. Solo un poco de emoción de tanto en tanto. Y así fue como justamente buscando eso, un poco de diversión, mi vida se complicó. A lo grande. Y todo por culpa de un demonio. Bueno, más bien de una mujer, el demonio podemos decir que fue un problema secundario. Y así fue como conocí a Amanda. Esta es mi historia. Y la de ella. Nuestra historia.