Invisible. Su piel era dorada y sus ojos tenían el tono ambarino correcto de su raza, pero ningún dorado la miraría como a un igual si miraba su cuello. Maldita. La Diosa Aurum la había condenado al nacer al no marcar su piel con la runa de los dorado. Condenada a no ser una dorada en derecho pleno, había vivido encerrada dentro del Oráculo del Desierto sirviendo a las Videntes, protegida del mundo que había fuera. De los salvajes y de aquellos que podían despreciarla por no haber sido marcada. Sin embargo, la tranquilidad con la que ha vivido Aina se ve alterada cuando es convocada por el Consejo tras la muerte del Rey dorado de Do-Urh, para participar en los Juegos de Honor y enfrentarse al resto de jóvenes dorados para determinar quién será el nuevo Rey. Aina se ve obligada a alejarse de su hogar, con la esperanza de conocer a su padre y descubrir el origen de su maldición. Pese a su determinación de no intimar con ningún varón dada la profecía de su nacimiento en la que se le advierte de que si se entrega a un hombre al que ame éste morirá entre sus brazos, no podrá evitar enamorarse al conocer a Dexter, un joven explorador dorado por el que su mutua atracción hará que tenga que esforzarse para mantenerse alejada de él y asegurarse de que la Diosa Aurum no lo castigue por su culpa. Maldita para muchos y especial para otros, Aina ha de intentar encontrar su sitio en ese mundo que se dibuja frente a ella, muy diferente al que siempre había imaginado. Porque para poder ser libre, para poder amar y ser correspondida sin reservas, primero tendrá que encontrar a su padre, romper su maldición, desafiar a una Diosa y encontrar su propio destino, junto a Dexter. **
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Invisible. Su piel era dorada y sus ojos tenían el tono ambarino correcto de su raza, pero ningún dorado la miraría como a un igual si miraba su cuello. Maldita. La Diosa Aurum la había condenado al nacer al no marcar su piel con la runa de los dorado. Condenada a no ser una dorada en derecho pleno, había vivido encerrada dentro del Oráculo del Desierto sirviendo a las Videntes, protegida del mundo que había fuera. De los salvajes y de aquellos que podían despreciarla por no haber sido marcada. Sin embargo, la tranquilidad con la que ha vivido Aina se ve alterada cuando es convocada por el Consejo tras la muerte del Rey dorado de Do-Urh, para participar en los Juegos de Honor y enfrentarse al resto de jóvenes dorados para determinar quién será el nuevo Rey. Aina se ve obligada a alejarse de su hogar, con la esperanza de conocer a su padre y descubrir el origen de su maldición. Pese a su determinación de no intimar con ningún varón dada la profecía de su nacimiento en la que se le advierte de que si se entrega a un hombre al que ame éste morirá entre sus brazos, no podrá evitar enamorarse al conocer a Dexter, un joven explorador dorado por el que su mutua atracción hará que tenga que esforzarse para mantenerse alejada de él y asegurarse de que la Diosa Aurum no lo castigue por su culpa. Maldita para muchos y especial para otros, Aina ha de intentar encontrar su sitio en ese mundo que se dibuja frente a ella, muy diferente al que siempre había imaginado. Porque para poder ser libre, para poder amar y ser correspondida sin reservas, primero tendrá que encontrar a su padre, romper su maldición, desafiar a una Diosa y encontrar su propio destino, junto a Dexter. **