Después de tantos siglos encerrado era un placer poder viajar un poco. Un placer pequeño, realmente. Una forma de alejarme de la monotonía y la oscuridad que se ceñía sobre el mundo. Y sobre mí. Tener a Jason por compañero de viaje no era mucho mejor que mi pequeña escapada con Anthony, pero al menos tenía al cachorro de Logan con el que jugar a la consola y mantener una conversación banal y sin substancia. Que estaba bien, eso de relajarse un poco, de tanto en tanto. El fin del mundo vendría igual. No valía la pena perder el tiempo lamentándose por ello. Nuestra familia estaba creciendo rápidamente. La familia de Logan, quiero decir. Stel. John Stel. Sonaba bien, aunque tardaría un tiempo en mentalizarme después de tantos siglos siendo John Smith. Todo estaba cambiando. Las Místicas estaban despertando y ni siquiera yo, bendecido con la visión del futuro y siendo el más viejo de los cazadores, sabía con certeza cuál sería el desenlace de esta historia. No me importaba. Tenía mis propios problemas incluso si muy pocos eran conscientes de ellos. La oscuridad se volvía más fuerte, noche tras noche, dentro de mí. Los recuerdos de mi pasado, de mis padres, se entremezclaban con las pesadillas. Y allí, entre ellos, estaba ella. Ardiente. La mujer que me complementaría y que conseguiría que la oscuridad no me arrastrara. Mi Mística. Esta es la historia de mi pasado. Mi presente. Y mi futuro​.