«Allí estaba, debajo del puente, medio desnudo y con los ojos echando chispas. Sostenía un par de teas en llamas. Se las pasaba por encima de la piel. Dio un sorbo de una botella, escupió hacia una de las teas, y el fuego saltó de sus labios. El lugar atufaba a fuego y parafina. Exhaló fuego otra vez, una llamarada inmensa y alta como una bandera. Miró a su público intensamente. Rugió como un animal». Bobby Burns observa anonadado esta escena. Aquel verano de 1962, la vida le había parecido perfecta, pero había llegado el otoño y soplaban con furia vientos de cambio. Estaba a punto de empezar en un colegio nuevo y le asustaba lo que se avecinaba. Además todos los adultos andaban pendientes de una amenaza mucho mayor, pero inabarcable para Bobby: las pruebas con la bomba nuclear. ¿Estaría a punto de estallar la Tercera Guerra Mundial? David Almond, consagrado autor de novelas para jóvenes, consiguió con Los Comefuegos el prestigioso premio Whitbread a la novela juvenil en el año 2003.
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«Allí estaba, debajo del puente, medio desnudo y con los ojos echando chispas. Sostenía un par de teas en llamas. Se las pasaba por encima de la piel. Dio un sorbo de una botella, escupió hacia una de las teas, y el fuego saltó de sus labios. El lugar atufaba a fuego y parafina. Exhaló fuego otra vez, una llamarada inmensa y alta como una bandera. Miró a su público intensamente. Rugió como un animal». Bobby Burns observa anonadado esta escena. Aquel verano de 1962, la vida le había parecido perfecta, pero había llegado el otoño y soplaban con furia vientos de cambio. Estaba a punto de empezar en un colegio nuevo y le asustaba lo que se avecinaba. Además todos los adultos andaban pendientes de una amenaza mucho mayor, pero inabarcable para Bobby: las pruebas con la bomba nuclear. ¿Estaría a punto de estallar la Tercera Guerra Mundial? David Almond, consagrado autor de novelas para jóvenes, consiguió con Los Comefuegos el prestigioso premio Whitbread a la novela juvenil en el año 2003.