A<small>LBERT </small>E<small>INSTEIN</small> encarna como pocos el potencial de la ciencia para redefinir nuestra visión del mundo. No en vano su rostro se cuenta entre los más reconocibles del siglo pasado, a la altura de las estrellas de cine o las grandes figuras de la política. Apagados los ecos de la época convulsa en la que vivió y creó, de las guerras mundiales y el pánico nuclear, perduran sus extraordinarias aportaciones científicas: la relación entre masa y energía expresada en la celebérrima ecuación E = mc<sup>2</sup>, su trabajo pionero sobre la naturaleza cuántica de la luz y, sobre todo, la teoría de la relatividad, que alteró para siempre nuestras ideas más arraigadas acerca del espacio y el tiempo.
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A<small>LBERT </small>E<small>INSTEIN</small> encarna como pocos el potencial de la ciencia para redefinir nuestra visión del mundo. No en vano su rostro se cuenta entre los más reconocibles del siglo pasado, a la altura de las estrellas de cine o las grandes figuras de la política. Apagados los ecos de la época convulsa en la que vivió y creó, de las guerras mundiales y el pánico nuclear, perduran sus extraordinarias aportaciones científicas: la relación entre masa y energía expresada en la celebérrima ecuación E = mc<sup>2</sup>, su trabajo pionero sobre la naturaleza cuántica de la luz y, sobre todo, la teoría de la relatividad, que alteró para siempre nuestras ideas más arraigadas acerca del espacio y el tiempo.