A pesar de los sesenta dólares diarios que John J. Clayton ofreció pagar a James Whitney, conocido familiarmente como Whit, éste no quería realmente el empleo propuesto. Y es que Whit no sentía la más mínima inclinación a verse mezclado en problemas domésticos y recibir, quizá un demoledor puñetazo en las narices. Además Whit no quería ir a Los Ángeles, abandonando San Francisco porque era fin de año y tenía para esa noche una cita con Kitty Mac Leod, la muchacha más linda de San Francisco. Sin embargo, en un momento de debilidad, Whit aceptó el empleo y con ello cayó en un abismo de complicaciones. Fue a Los Ángeles a vigilar a Bob, el hijo de Clayton que estaba dilapidando el dinero de su padre tras abandonar a su esposa y su bebé para irse a vivir con otra mujer. Y en cumplimiento de tal misión, Whit recibe el temido puñetazo en las narices, se encuentra apuntado por un revolver, descubre que su amada Kitty no es una muchacha con la que se pueda jugar impunemente, y en su camino se produce un asesinato, varios viajes a presidio y otro sin fin de acontecimientos extraordinarios, entre ellos una imponente fiesta de fin de año en los centros nocturnos más candentes de Hollywood.