A los padres primerizos se les enseña a «esperar lo inesperado». Especialmente a los padres ansiosos o aprensivos, que consideran la posibilidad de la adopción. ¿cómo puede uno saber algo acerca de un niño adoptado? Todo lo que David Gerrold sabía con certeza es que quería ser padre. Como soltero y gay pensaba q ue la adopción era la ruta más directa hacia la paternidad. Pero pronto descubrió para su alegría y desesperación- que la ruta emocional hacia la paternidad era cualquier cosa menos directa. De hecho era un viaje en una montaña rusa que cambiaría su vida para siempre. Y el niño que había escogido para adoptar no era a priori la mejor opción: abandonado en la infancia por padres drogodependientes. Abusos. Arrastrado de una casa de acogida a otra. Desorden de hiperactividad. Medicado para controlar sus accesos de violencia emocional y comportamiento antisocial. De modo que la conclusión de los expertos es que Dennis así se llamaba- era «difícil de colocar»: Un políticamente correcto eufemismo para decir «inadoptable». Era una aseveración deprimente que David no podía ni quería- aceptar. Necesitaba a Dennis. Y creía que Dennis lo necesitaba a él. Así de simple. Hasta que la realidad de la paternidad de un soltero llegó de improviso. Un retrato ardiente, honesto, divertido y conmovedor de las alegrías y riesgos de la paternidad, «el niño marciano» es la carta de un padre a su hijo. Un hijo que cree venir de Marte.
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A los padres primerizos se les enseña a «esperar lo inesperado». Especialmente a los padres ansiosos o aprensivos, que consideran la posibilidad de la adopción. ¿cómo puede uno saber algo acerca de un niño adoptado? Todo lo que David Gerrold sabía con certeza es que quería ser padre. Como soltero y gay pensaba q ue la adopción era la ruta más directa hacia la paternidad. Pero pronto descubrió para su alegría y desesperación- que la ruta emocional hacia la paternidad era cualquier cosa menos directa. De hecho era un viaje en una montaña rusa que cambiaría su vida para siempre. Y el niño que había escogido para adoptar no era a priori la mejor opción: abandonado en la infancia por padres drogodependientes. Abusos. Arrastrado de una casa de acogida a otra. Desorden de hiperactividad. Medicado para controlar sus accesos de violencia emocional y comportamiento antisocial. De modo que la conclusión de los expertos es que Dennis así se llamaba- era «difícil de colocar»: Un políticamente correcto eufemismo para decir «inadoptable». Era una aseveración deprimente que David no podía ni quería- aceptar. Necesitaba a Dennis. Y creía que Dennis lo necesitaba a él. Así de simple. Hasta que la realidad de la paternidad de un soltero llegó de improviso. Un retrato ardiente, honesto, divertido y conmovedor de las alegrías y riesgos de la paternidad, «el niño marciano» es la carta de un padre a su hijo. Un hijo que cree venir de Marte.