No hay confesión más triste que la de aquel que afirma: «Yo no tengo fantasías». Porque quien no tiene fantasías, no tiene deseo. Porque sin fantasías, no hay vida erótica, sino solo sexualidad. Este es el punto de partida de un libro que intenta descubrir las partes más ocultas y reprimidas de nuestra intimidad, aquellas que añoran en los sueños y se transforman en juegos u obras de arte. Desde la fantasía de un objeto pasivo, como la muñeca hinchable, a la fantasía gay más extendida —el martirio de San Sebastián—, pasando por el carácter sagrado del fetiche y la ambigüedad del hermafrodita, Cristina Peri Rossi nos acerca a la plenitud de la vida erótica, esa confusión de los sentidos que deja nacer la fantasía de todo amor intenso: el deseo de unirse al otro completamente, de alcanzar el «yo soy tú, tú eres yo».
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No hay confesión más triste que la de aquel que afirma: «Yo no tengo fantasías». Porque quien no tiene fantasías, no tiene deseo. Porque sin fantasías, no hay vida erótica, sino solo sexualidad. Este es el punto de partida de un libro que intenta descubrir las partes más ocultas y reprimidas de nuestra intimidad, aquellas que añoran en los sueños y se transforman en juegos u obras de arte. Desde la fantasía de un objeto pasivo, como la muñeca hinchable, a la fantasía gay más extendida —el martirio de San Sebastián—, pasando por el carácter sagrado del fetiche y la ambigüedad del hermafrodita, Cristina Peri Rossi nos acerca a la plenitud de la vida erótica, esa confusión de los sentidos que deja nacer la fantasía de todo amor intenso: el deseo de unirse al otro completamente, de alcanzar el «yo soy tú, tú eres yo».