EL señor Milsom Crosby era un nombre singular. Era rico y tenía una chifladura. Muchas personas tienen también dinero y un pasatiempo favorito, sin que sea único. Pero, en tal caso, ganan dinero en sus negocios, en su profesión, o lo han heredado y en sus momentos de ocio se dedican a la marquetería, a la filatelia, al golf o tal vez a la heráldica.
Nadie conocía la procedencia del dinero del señor Crosby. Eso, por sí mismo, ya era algo notable. Pero el misterio de sus recursos financieros era trivial, fijándose en el pasatiempo de aquel hombre, porque el señor Crosby coleccionaba licenciados de presidio.
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EL señor Milsom Crosby era un nombre singular. Era rico y tenía una chifladura. Muchas personas tienen también dinero y un pasatiempo favorito, sin que sea único. Pero, en tal caso, ganan dinero en sus negocios, en su profesión, o lo han heredado y en sus momentos de ocio se dedican a la marquetería, a la filatelia, al golf o tal vez a la heráldica.
Nadie conocía la procedencia del dinero del señor Crosby. Eso, por sí mismo, ya era algo notable. Pero el misterio de sus recursos financieros era trivial, fijándose en el pasatiempo de aquel hombre, porque el señor Crosby coleccionaba licenciados de presidio.