Los quinientos españoles que siguieron a Hernán Cortés hasta el misterioso Yucatán ya no son los novatos que desembarcaron en sus costas escasos meses antes. Siguen siendo solo un puñado de hombres y mujeres, apenas llevan cañones o caballos, pero ahora han recabado valiosa información sobre el terreno y cuentan con la inestimable colaboración de un amistoso pueblo nativo.
De cualquier forma, muchas son las preguntas que bullen en la mente de Hernán Cortés, el General. ¿Quién es Moctezuma, ese soberano que no les permite seguir adelante? ¿Cómo será Tenochtitlán, la capital de su imperio? ¿Con qué poder en gentes y tropas podrá contar? ¿Qué otros peligros les aguardan en los caminos? ¿Cómo reaccionará la belicosa Tlaxcala a su paso? ¿Serán los totonacas fieles aliados como les han prometido? ¿Podrá seguir manteniendo a los sediciosos bajo control?
Los soldados también se encuentran admirados ante las riquezas del Nuevo Mundo. Farfán ha conseguido embeberse en un nutrido grupo de buenos amigos y María no cesa en su intento de aprender a manejar la espada. Saben que el riesgo y las hostilidades acechan por doquier, pero el hecho de encontrarse donde nunca antes nadie había llegado les confiere el vigor de seguir adelante. Solo son quinientos, pero ya son los conquistadores más avezados de Indias. Ante ellos, el imperio mexica parece amenazador, pero su determinación es clara: seguirán al General hasta la muerte.
Han cruzado el océano en busca de fortuna y aventuras. El Viejo y el Nuevo Mundo van a establecer un contacto tras miles de años de aislamiento recíproco, y ellos van a ser los que lo lleven a cabo, pero una pregunta se alza sobre todas las demás: ¿Es suficientemente grande el mundo para albergar dos imperios?
<cite>Un imperio para el mundo</cite> es la segunda novela de «Yo, conquistador», la trilogía sobre la conquista de México.
Description:
Villa Rica de la Vera Cruz, 1519, Anno Domini.
Los quinientos españoles que siguieron a Hernán Cortés hasta el misterioso Yucatán ya no son los novatos que desembarcaron en sus costas escasos meses antes. Siguen siendo solo un puñado de hombres y mujeres, apenas llevan cañones o caballos, pero ahora han recabado valiosa información sobre el terreno y cuentan con la inestimable colaboración de un amistoso pueblo nativo.
De cualquier forma, muchas son las preguntas que bullen en la mente de Hernán Cortés, el General. ¿Quién es Moctezuma, ese soberano que no les permite seguir adelante? ¿Cómo será Tenochtitlán, la capital de su imperio? ¿Con qué poder en gentes y tropas podrá contar? ¿Qué otros peligros les aguardan en los caminos? ¿Cómo reaccionará la belicosa Tlaxcala a su paso? ¿Serán los totonacas fieles aliados como les han prometido? ¿Podrá seguir manteniendo a los sediciosos bajo control?
Los soldados también se encuentran admirados ante las riquezas del Nuevo Mundo. Farfán ha conseguido embeberse en un nutrido grupo de buenos amigos y María no cesa en su intento de aprender a manejar la espada. Saben que el riesgo y las hostilidades acechan por doquier, pero el hecho de encontrarse donde nunca antes nadie había llegado les confiere el vigor de seguir adelante. Solo son quinientos, pero ya son los conquistadores más avezados de Indias. Ante ellos, el imperio mexica parece amenazador, pero su determinación es clara: seguirán al General hasta la muerte.
Han cruzado el océano en busca de fortuna y aventuras. El Viejo y el Nuevo Mundo van a establecer un contacto tras miles de años de aislamiento recíproco, y ellos van a ser los que lo lleven a cabo, pero una pregunta se alza sobre todas las demás: ¿Es suficientemente grande el mundo para albergar dos imperios?
<cite>Un imperio para el mundo</cite> es la segunda novela de «Yo, conquistador», la trilogía sobre la conquista de México.