Muy blanca. Pero salpicada de desconchados. Debajo se descubría el adobe. Y los boquetes de bala. También había manchas oscuras, como de óxido.
Pero él sabía que no eran de óxido. Habían sido rojas en principio. De un rojo violento y pastoso. Goteante, incluso. Se descubrían los regueros de esas gotas, deslizándose hacia el suelo de tierra caliente y rojiza.
Con el tiempo, la sangre se oscurece. Y parece óxido. Como ocurría en aquella pared encalada de la vieja casona vecina a la iglesia católica del villorrio. La torre de la iglesia sobresalía por encima de la tapia. Sin duda había sido mudo testigo de muchos fusilamientos. De muertes violentas. De ejecuciones sumarias.
Description:
Era una pared blanca.
Muy blanca. Pero salpicada de desconchados. Debajo se descubría el adobe. Y los boquetes de bala. También había manchas oscuras, como de óxido.
Pero él sabía que no eran de óxido. Habían sido rojas en principio. De un rojo violento y pastoso. Goteante, incluso. Se descubrían los regueros de esas gotas, deslizándose hacia el suelo de tierra caliente y rojiza.
Con el tiempo, la sangre se oscurece. Y parece óxido. Como ocurría en aquella pared encalada de la vieja casona vecina a la iglesia católica del villorrio. La torre de la iglesia sobresalía por encima de la tapia. Sin duda había sido mudo testigo de muchos fusilamientos. De muertes violentas. De ejecuciones sumarias.