Estaba seguro de, ello. El hombre sabía que iba a morir. Ahora intentaba huir a su destino. No sería tarea sencilla. En cualquier lugar de la ciudad, tras un recodo de las iluminadas calles, bajo los fluorescentes, los parpadeos luminosos anunciando productos y los grandes escaparates de electrodomésticos se agazapaba la Muerte. La Muerte, acechándole. Buscándole, implacable. Allí, en la gran ciudad que parecía ir contra la milenaria tradición egipcia, con su aire moderno, su luz y su ruido. Podía estar entre el gentío que abandonaba los cinematógrafos de Saad Zaghlul y de Iskandar el Akbar. Podía estar en cualquier parte de las amplias aceras bajo los carteles que pregonaban las excelencias de las Colas, y los buenos tabacos egipcios. Todo tenía en Alejandría esa mezcla cosmopolita, internacional, que da sello significativo a las ciudades de importancia turística.
Description:
Estaba seguro de, ello. El hombre sabía que iba a morir. Ahora intentaba huir a su destino. No sería tarea sencilla. En cualquier lugar de la ciudad, tras un recodo de las iluminadas calles, bajo los fluorescentes, los parpadeos luminosos anunciando productos y los grandes escaparates de electrodomésticos se agazapaba la Muerte. La Muerte, acechándole. Buscándole, implacable. Allí, en la gran ciudad que parecía ir contra la milenaria tradición egipcia, con su aire moderno, su luz y su ruido. Podía estar entre el gentío que abandonaba los cinematógrafos de Saad Zaghlul y de Iskandar el Akbar. Podía estar en cualquier parte de las amplias aceras bajo los carteles que pregonaban las excelencias de las Colas, y los buenos tabacos egipcios. Todo tenía en Alejandría esa mezcla cosmopolita, internacional, que da sello significativo a las ciudades de importancia turística.