Le iba empujando con la mano, mientras con la otra sostenía el «Colt» amartillado justo sobre la sien derecha del celador, que avanzaba con piernas temblorosas, convertido en un pastel de gelatina. Cruzaron el oscuro corredor que comunicaba las celdas con la puerta de hierro lateral. Ralston nunca hubiera imaginado que el recluso iba a escapar utilizando precisamente esa salida, la que no conducía directamente a la libertad, sino a las dependencias personales del alcaide de la penitenciaría, Nelson Hogan.
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Le iba empujando con la mano, mientras con la otra sostenía el «Colt» amartillado justo sobre la sien derecha del celador, que avanzaba con piernas temblorosas, convertido en un pastel de gelatina. Cruzaron el oscuro corredor que comunicaba las celdas con la puerta de hierro lateral. Ralston nunca hubiera imaginado que el recluso iba a escapar utilizando precisamente esa salida, la que no conducía directamente a la libertad, sino a las dependencias personales del alcaide de la penitenciaría, Nelson Hogan.