En la sala se respiraba la solemne atmósfera de todo proceso judicial que podía implicar la pena de muerte, circunstancia que todos los presentes sabían que iba a producir el final del mismo, ocurriese lo que ocurriese durante el juicio, porque las leyes eran lo bastante severas como para que no hubiese dudas al respecto, cuando el reo que se sentaba en el banquillo estaba acusado nada menos que de alta traición.
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En la sala se respiraba la solemne atmósfera de todo proceso judicial que podía implicar la pena de muerte, circunstancia que todos los presentes sabían que iba a producir el final del mismo, ocurriese lo que ocurriese durante el juicio, porque las leyes eran lo bastante severas como para que no hubiese dudas al respecto, cuando el reo que se sentaba en el banquillo estaba acusado nada menos que de alta traición.